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Sólo la mitad de los trabajadores de todo el mundo ocupan puestos de trabajo correspondientes a su nivel de formación

A lo largo de los años, se ha invertido un esfuerzo considerable en mejorar el nivel educativo de las personas en todo el mundo, especialmente en el marco de la aplicación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, los enormes avances logrados en el aumento de los niveles de educación, especialmente entre las mujeres y las niñas, no se han traducido en las correspondientes mejoras en los resultados del mercado laboral.

Muchas personas trabajan en empleos que no se corresponden con su nivel de estudios.1No se consideran aquí otros tipos de desajuste, como el desajuste del campo de estudios y el desajuste de las cualificaciones. Al mismo tiempo, muchos empresarios afirman tener dificultades para encontrar trabajadores con las competencias que necesitan para ampliar su negocio e innovar con éxito. Este fenómeno señala una importante desconexión entre el mundo de la educación y el mundo del trabajo.

A partir de los datos de encuesta de la fuerza de trabajo sobre el nivel de educación y las ocupaciones de todos los trabajadores empleados en más de 130 países, la OIT calcula que sólo la mitad de estos trabajadores ocupan puestos de trabajo correspondientes a su nivel de educación. El resto están sobreeducados o infraeducados para sus trabajos.

Los trabajadores de los países con mayores ingresos tienen más probabilidades de ocupar puestos de trabajo acordes con su nivel de estudios. En los países de renta alta, este es el caso de alrededor del 60% de los empleados. Los porcentajes análogos para los países de renta media-alta y media-baja son del 52% y el 43%, respectivamente. En los países de renta baja, sólo uno de cada cuatro trabajadores ocupa un puesto de trabajo correspondiente a su nivel de estudios. Estas observaciones sugieren que la tasa de adecuación aumenta con el nivel de desarrollo de los países.

Metodología

Los desajustes entre cualificaciones y competencias se han convertido en un tema de especial preocupación para los responsables políticos tanto de los países desarrollados como de los países en desarrollo, a raíz de los rápidos cambios en los mercados laborales, la globalización, la migración laboral, el cambio tecnológico y los cambios demográficos. En la actualidad, es una prioridad mundial racionalizar las cualificaciones y las competencias profesionales con vistas a garantizar mejores resultados y empleabilidad para los trabajadores en la ocupación y una mayor productividad y competitividad para sus países.

Para satisfacer la necesidad de datos estadísticos, la OIT ha publicado estimaciones del desajuste por nivel de educación para los ocupados de más de 130 países de todas las regiones y niveles de renta a partir de 2001. Las estimaciones de desajuste se basan en datos recogidos en encuestas nacionales de población activa u otras encuestas de hogares con un módulo sobre la ocupación. El enfoque utilizado para identificar a los trabajadores desajustados se basa en los requisitos educativos establecidos en la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO) para cada grupo ocupacional de un dígito de la CIUO, y en el nivel educativo de cada persona en la ocupación (es decir, un enfoque normativo).2Un método alternativo es el enfoque estadístico, que consiste en comparar el nivel de estudios de las personas que figuran en la ocupación con el nivel medio de estudios de su ocupación (media basada en todos los trabajadores de una ocupación), utilizando grupos ocupacionales de dos dígitos de la CIUO. A cada individuo se le asigna un estatus en función de si su nivel educativo se corresponde con la media de su ocupación. El nivel educativo más común para los trabajadores de cada grupo de dos dígitos de la CIUO (es decir, la moda) se utiliza como media.

A cada individuo se le asigna un estatus en función de si su nivel de estudios se corresponde con los requisitos educativos de su grupo profesional concreto. Este método permite obtener una proporción de trabajadores que pueden clasificarse como:

  • igualados (personas cuyo nivel más alto de educación corresponde a los requisitos educativos de la CIUO para su ocupación)
  • sobreeducados (personas cuyo nivel máximo de educación está por encima de los requisitos educativos de la CIUO para su ocupación)
  • infraeducación (personas cuyo nivel máximo de educación está por debajo de los requisitos educativos de la CIUO para su ocupación)

Tabla de correspondencia entre educación y ocupación basada en los requisitos educativos de la CIUO-08

Tabla de correspondencia de desajustes

Este método da lugar a estimaciones de desajuste comparables entre diferentes grupos de trabajadores, a lo largo del tiempo o entre países.

Hay que tener en cuenta que, además del desajuste por nivel de estudios, los trabajadores pueden experimentar otras formas de desajuste, como el desajuste por campo de estudios y el desajuste por competencias. El nivel de estudios es sólo una aproximación a las habilidades, conocimientos y competencias que posee un individuo en el momento de finalizar un programa educativo. No refleja el hecho de que las habilidades y los conocimientos pueden quedar obsoletos con el tiempo o que los trabajadores pueden adquirir nuevas habilidades fuera de la educación formal (a través de la formación en el trabajo, la experiencia, el autoaprendizaje, las actividades sociales o el voluntariado). Por ello, dos personas con el mismo nivel educativo pueden tener conjuntos de competencias muy diferentes.

La sobreeducación y la infraeducación coexisten en todos los países, pero los patrones difieren según el nivel de ingresos

Aunque tanto la sobreeducación como la infraeducación se dan en todos los países, independientemente de su nivel de renta, existen patrones diferentes para los distintos grupos de renta de los países. La infraeducación es más frecuente en los países de renta baja, mientras que la sobreeducación es más frecuente en los países de renta alta.

En los países de renta alta y media-alta, alrededor del 20% de todos los empleados están sobreeducados (es decir, tienen más educación de la requerida para sus trabajos); la proporción correspondiente para los países de renta media-baja es de alrededor del 12,5%, mientras que en los países de renta baja es inferior al 10%. Es probable que las tasas más altas de sobreeducación en los países de renta alta se deban a la composición de la mano de obra, que se caracteriza por un nivel de educación relativamente alto.

Siempre existirá un cierto grado de sobreeducación porque algunos individuos aceptan trabajos por debajo de su nivel de educación, ya sea porque estos trabajos ofrecen ventajas específicas (como un trabajo menos exigente y estresante, una mejor conciliación de la vida laboral, una mejor protección social, tiempos de desplazamiento más cortos y una mayor responsabilidad social) o porque carecen de experiencia. Para algunos de estos trabajadores, la sobreeducación puede ser sólo una situación temporal.

Sin embargo, cuando la sobreeducación se debe a distorsiones del mercado laboral en las que la oferta de trabajadores con un nivel de educación superior supera la demanda, suele ser un fenómeno a más largo plazo y suele requerir intervenciones políticas.

La infraeducación también se observa tanto en los países de renta baja como en los de renta alta. Los países de renta baja son los que presentan la mayor proporción de trabajadores infraeducados: aproximadamente el 70% de los ocupados tienen menos estudios de los que se requieren para su trabajo. La proporción análoga para los países de renta media-baja es de alrededor del 46%, mientras que en los países de renta media y alta es de alrededor del 20%.

La principal razón de la infraeducación es el nivel relativamente bajo de estudios de la mano de obra existente y/o la falta de cualificaciones formales, especialmente en los países de renta baja. Algunos de estos trabajadores infraeducados pueden seguir haciendo su trabajo correctamente porque han adquirido las competencias necesarias a través de la formación en el puesto de trabajo, la experiencia, el autoaprendizaje, las actividades sociales o el voluntariado.

Tanto la sobreeducación como la infraeducación pueden tener consecuencias y costes negativos para los trabajadores, los empresarios y la sociedad en general. La sobreeducación puede dar lugar, por ejemplo, a salarios más bajos, menor satisfacción en el trabajo, pérdida de motivación, mayor índice de búsqueda en el trabajo, expectativas no cumplidas y menor rendimiento de la inversión en educación. La infraeducación, por el contrario, puede tener un impacto negativo en la productividad, el crecimiento económico y la innovación. Además, muchos trabajadores infraeducados tienen dificultades para pasar de la economía informal a la formal debido a la falta de cualificaciones formales requeridas para trabajos en el sector formal que son similares a los que realizan de manera informal. La infraeducación también puede impedir que los trabajadores pasen de las industrias mal pagadas a los empleos mejor remunerados del sector de los servicios, y que hagan frente a los cambios provocados por los avances tecnológicos, la automatización y la digitalización. Los trabajadores con escasa formación corren un mayor riesgo de perder su empleo, especialmente durante una crisis.

Las mujeres de los países de renta alta tienen más probabilidades de estar sobreeducadas que los hombres, mientras que las de los países de renta baja tienen más probabilidades de estar infraeducadas

Cuando se desglosan los datos por sexo, se observa que tanto las mujeres como los hombres tienen dificultades para encontrar empleos que se correspondan con su formación. Sin embargo, mientras que en los países de renta alta no hay diferencias significativas entre ambos sexos en cuanto al nivel de adecuación, las mujeres de los países de renta baja tienen menos probabilidades que los hombres de tener empleos que se correspondan con su nivel de formación.

En los países de renta alta, la tasa de sobreeducación es mayor para las mujeres que para los hombres; en los países de renta media-alta, no hay diferencias significativas; y en los países de renta baja, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de estar infraeducadas para los trabajos que realizan.

Estas diferencias en los patrones de desajuste educativo entre mujeres y hombres, y entre los países de ingresos bajos y altos, sugieren que, a medida que un país se desarrolla, muchas mujeres bien formadas acabarán ocupando puestos de trabajo que están por debajo de su nivel educativo. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que algunas mujeres pueden aceptar estos trabajos porque ofrecen ventajas específicas (por ejemplo, como se ha mencionado anteriormente, un trabajo menos exigente y estresante, un mayor equilibrio entre la vida laboral y la personal, una mejor protección social, desplazamientos más cortos, una mayor responsabilidad social, etc.). Para reducir el número de mujeres que aceptan trabajos para los que están sobreeducadas, puede ser necesario adoptar políticas que promuevan un reparto equitativo de las responsabilidades domésticas y de cuidado entre hombres y mujeres, y que mejoren el acceso a los servicios de guardería, lo que a su vez puede favorecer un mejor equilibrio entre la vida laboral y la personal.

La heterogeneidad de los modelos de desajuste educativo pone de manifiesto la importancia de no limitarse a considerar el fenómeno a nivel agregado, sino también de identificar las razones de tales desequilibrios.

Aunque en la actualidad no se dispone de datos detallados pertinentes, es probable que la pandemia de COVID-19 haya repercutido en la tasa de desajuste educativo entre las mujeres, especialmente entre las de menor nivel educativo, porque tienden a concentrarse en las industrias de servicios más afectadas por las restricciones relacionadas con la pandemia, como el comercio minorista y la hostelería, y porque es más probable que tengan que cuidar de los niños. No sólo es probable que haya disminuido la tasa de concordancia de las mujeres, sino que muchas de ellas también han pasado a trabajar a tiempo parcial la ocupación, han perdido su empleo o han abandonado por completo la población activa. Por ejemplo, en los Estados Unidos de América, la proporción de trabajadoras emparejadas descendió del 60,2% en 2019 al 57,1% en 2020. En la República Dominicana, que depende en gran medida del sector turístico, la tasa de emparejamiento de las mujeres disminuyó en 2020, mientras que la de los hombres aumentó.

Los asalariados tienen más probabilidades de ser emparejados que los autónomos

El gráfico siguiente, que desglosa las tasas de emparejamiento por estatus la ocupación , muestra que los asalariados tienden a estar mejor emparejados que los autónomos, especialmente en los países de renta baja. Los autónomos tienen una tasa de subeducación considerablemente más elevada. Mientras que para algunos autónomos, como los trabajadores por cuenta propia y los empresarios, el nivel de educación no es el criterio más importante para dirigir un negocio, una gran parte de los subeducados en los países de renta baja está formada por trabajadores familiares auxiliares que tienen menos de la educación básica.

El nivel de correspondencia es mayor en los países con menor desigualdad salarial

Los países con tasas de correspondencia muy bajas tienden a tener mayores diferencias salariales. Esto es especialmente pronunciado en los países de renta baja y media-baja, donde menos del 30% de los ocupados ocupan puestos de trabajo correspondientes a su nivel educativo y alrededor del 10% de los trabajadores reciben más del 50% del total de los ingresos laborales.

En la mayoría de los países existe una discrepancia significativa entre la proporción de trabajadores con estudios superiores y la proporción de puestos de trabajo que requieren ese nivel de estudios

Al examinar específicamente la proporción de puestos de trabajo que requieren un nivel de educación avanzado y la proporción de trabajadores que tienen dicha educación, podemos observar que en la mayoría de los países existe una discrepancia significativa entre ambos. Por ejemplo, en la mayoría de los países de bajos ingresos, la proporción de este tipo de empleos supera en más de un 20% a la proporción de trabajadores con estudios superiores. Esto significa que en muchos países se necesitan políticas para elevar el nivel de educación de quienes ocupan puestos de trabajo altamente cualificados.

Observaciones finales

A pesar de los considerables avances en la mejora del acceso a la educación y el aumento del nivel educativo de las personas en todo el mundo, muchos trabajadores siguen teniendo una formación insuficiente para los trabajos que desempeñan, especialmente en los países de renta baja. Al mismo tiempo, muchas personas de los países de renta alta trabajan en empleos que requieren un nivel de educación inferior.

Tanto la infraeducación como la sobreeducación reflejan un uso inadecuado del capital humano y, si son persistentes, estos desajustes pueden suponer un elevado coste económico y social para los trabajadores, los empresarios y la sociedad en su conjunto. Para respaldar la elaboración de políticas basadas en datos empíricos destinadas a reducir los desajustes, es necesario evaluar en qué medida el nivel de educación de los trabajadores se corresponde con el nivel de educación que exigen sus puestos de trabajo, y también comprender las causas y las consecuencias tanto de la sobreeducación como de la infraeducación entre los distintos grupos de población (como las mujeres y los hombres, los jóvenes y los mayores, los trabajadores migrantes). Esta información es esencial para la planificación macroeconómica y del desarrollo de los recursos humanos y para la formulación de políticas adecuadas.

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