Cuando estudiamos el mundo del trabajo, tendemos a centrarnos en indicadores del mercado laboral cuidadosamente seleccionados que describen objetivamente la situación y las características de los trabajadores. Esto es natural, dado que la realización material y objetiva del trabajo digno está en el centro de nuestro bienestar. Sin embargo, nuestros sentimientos y nuestra percepción influyen en nuestras experiencias vitales y, por tanto, también en nuestro bienestar.
El bienestar subjetivo se refiere a cómo percibimos nuestra calidad de vida (incluida nuestra vida laboral), que puede coincidir o no con nuestra calidad de vida real. El bienestar material es esencial, pero el subjetivo no puede pasarse por alto, sobre todo cuando ambos muestran tendencias opuestas. De hecho, la sensación subjetiva de bienestar (además o más que el bienestar real) puede guiar nuestras decisiones, incluidas las decisiones sobre la participación en el mercado laboral y la vida en sociedad.
Parece estar desarrollándose una tendencia que nos aleja de una visión muy material o económica de la calidad de vida para acercarnos a una perspectiva más amplia, más orientada a la felicidad, incluso a la hora de evaluar nuestra vida laboral. Esta tendencia se vio exacerbada por la pandemia de Covid-19, que nos hizo replantearnos nuestras prioridades y lo que constituye nuestro bienestar, pero un creciente corpus de investigación sobre la felicidad apunta a una tendencia precedente más amplia. De hecho, fue en 2011 cuando la Asamblea General de la ONU adoptó su resolución La felicidad: Hacia un enfoque holístico del desarrollo. Esta resolución, patrocinada por Bután, invitaba a los gobiernos nacionales a dar más importancia a la felicidad y el bienestar en la consecución y medición del desarrollo socioeconómico. Cada20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad para seguir reconociendo la relevancia de la felicidad y el bienestar como metas universales y objetivos de las políticas públicas.
Por qué es importante medir la felicidad
Medir aspectos como la satisfacción en el trabajo, la experiencia en el lugar de trabajo, el sentido del propósito, los sentimientos positivos o negativos, las expectativas, la satisfacción vital y la felicidad no es tarea fácil, dada la subjetividad inherente a estos aspectos. Sin embargo, intentar hacerlo de la forma más coherente y fiable posible sigue siendo crucial, dada su enorme importancia para nuestro bienestar. Aparte del papel obvio que desempeñan la satisfacción laboral y vital en nuestras vidas y del interés genuino por la percepción que tienen las personas de su propia calidad de vida, también puede haber una razón práctica para las medidas subjetivas de bienestar.
Como demuestran Kaiser y Oswald en su artículo de 2022, una puntuación de sentimientos (como calificar la felicidad en una escala numérica) tiene más poder predictivo que un conjunto combinado de medidas socioeconómicas en algunos ámbitos de la vida. Es más, la puntuación de los sentimientos parece tener una clara relación con nuestras acciones (es decir, decisiones como cambiar de trabajo, mudarse, dejar a la pareja, etc. están inversamente correlacionadas con nuestros niveles de felicidad percibida). Sorprendentemente, parece que somos capaces de puntuar nuestros sentimientos de forma fiable y sistemática, aunque no exista una base científica objetiva para ello. Esto señala la importancia de considerar y comprender nuestros sentimientos y la valoración subjetiva de nuestras propias vidas y vidas laborales, ya que impulsan en gran medida decisiones clave que afectan a la comunidad y a la sociedad, incluidas las decisiones sobre el mundo del trabajo.
También es esencial comprender los principales impulsores de los cambios en el bienestar subjetivo. Moro-Egido, Navarro y Sánchez analizan los cambios a largo y corto plazo del bienestar subjetivo en Alemania, revelando un patrón interesante. De hecho, el capital social y los valores y dimensiones culturales son los determinantes más fuertes de los cambios a largo plazo en el bienestar subjetivo, mientras que a corto plazo, tanto las mejoras como los descensos del bienestar subjetivo están más fuertemente relacionados con los recursos económicos. A largo plazo, el aumento de los ingresos es un factor menos determinante de la mejora del bienestar subjetivo porque tendemos a evaluar nuestros recursos económicos en términos relativos, comparándolos con los de los hogares más acomodados (entre otras cosas).
La desconexión entre percepción y realidad
La última edición del Informe Mundial sobre la Felicidad (2025) se publicará el20 de marzo para conmemorar el Día Internacional de la Felicidad. La edición de 2024 había mostrado que en 78 de los 134 países con datos (58%), los niveles de felicidad han disminuido de 2006-2010 a 2021-2023. Se trata de un dato aleccionador y sorprendente si se tienen en cuenta los notorios avances logrados en las últimas décadas en la reducción de la pobreza, la esperanza de vida, el acceso a la educación, el acceso al agua potable y las infraestructuras básicas, entre otras áreas clave de la vida material. Es cierto que, en términos generales, el progreso se ha ralentizado en los últimos años (e incluso se ha invertido en algunas áreas en relación con la pandemia de Covid-19) y su ritmo sigue siendo insuficiente para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, pero el hecho de que la mayoría de los países experimentaran una disminución de la felicidad mientras tantas medidas socioeconómicas revelaban un progreso material apunta a la importancia de los aspectos no materiales en nuestra satisfacción vital.
Un patrón similar se revela en el estudio ¿Cómo va la vida? de la OCDE, que muestra que las intervenciones gubernamentales han mitigado en gran medida el impacto económico de la pandemia del Covid-19 y la crisis del coste de la vida, haciendo que los ingresos y los resultados de la ocupación sean resistentes. Sin embargo, aparecieron señales de alarma en aspectos críticos no económicos del bienestar, incluido el bienestar subjetivo, con una tendencia negativa en cómo se sienten las personas sobre sus vidas y sobre la calidad de sus relaciones desde la pandemia.
Los jóvenes en particular están experimentando una tendencia sombría. De hecho, en la mayoría de los países y a lo largo de la historia, la satisfacción vital desciende gradualmente desde la infancia hasta la edad adulta, pasando por la adolescencia, pero aunque los jóvenes siguen manifestando una mayor satisfacción vital que el resto a nivel mundial, la diferencia se está reduciendo. La felicidad de los jóvenes disminuyó en Norteamérica, Europa Occidental, Oriente Medio y Norte de África, y Asia Meridional, mientras que aumentó en el resto del mundo. En Norteamérica, la felicidad de los jóvenes ha descendido tanto que ahora son menos felices que los mayores.
Además de estas tendencias globales, también podríamos citar ejemplos concretos de la desconexión entre el bienestar material y el subjetivo, como la desconexión entre el Índice de Sentimiento del Consumidor y los principales indicadores económicos observada en los últimos años en Estados Unidos. De hecho, el Índice de Sentimiento del Consumidor había sido tradicionalmente un buen indicador de la salud económica en Estados Unidos, lo que implicaba que la capacidad de la gente para evaluar intuitivamente el estado de la economía era bastante buena. Sin embargo, en 2021 empezó a surgir una desconexión que se hizo patente en 2023, cuando, a pesar de algunos resultados alentadores de los principales indicadores económicos, el sentimiento de los consumidores (medido, por ejemplo, por el Índice de Sentimiento de los Consumidores de Michigan en Estados Unidos) no siguió la misma pauta. Este ejemplo paradójico pone de manifiesto la importancia de tener en cuenta y comprender las emociones de las personas y las valoraciones subjetivas de sus propias vidas.
Las razones que subyacen a cualquier desconexión entre las medidas subjetivas y las materiales pueden ser numerosas y multidimensionales, pero subyacen a nuestras decisiones y acciones. El Barómetro Edelman de la Confianza puede apuntar algunas explicaciones. Por ejemplo, la edición de 2024 reveló que, en un contexto de rápida innovación generalizada, tendemos a hacer más hincapié en los riesgos asociados que en las oportunidades. La edición de 2019 indicó que el 80% de las personas consideraba que el sistema no funcionaba para ellas, y la mitad de la población creía incluso que les estaba fallando. En la mayoría de las economías avanzadas, los padres temían que sus hijos estuvieran peor que ellos. Astra Taylor(The Age of Insecurity) sugiere que la desconexión entre el bienestar subjetivo y el material puede estar relacionada con la desigualdad (percibir que a otros les va mejor), pero también con la inseguridad, incluida la laboral (anticipar lo peor y temer perder los niveles actuales de bienestar). Citando a Jeremy Bentham: "Cuando la inseguridad llega a cierto punto, el miedo a la pérdida impide disfrutar de lo que se posee".
Bienestar subjetivo en el trabajo
Al evaluar nuestra satisfacción con la vida, solemos conceder un gran peso a nuestra situación en el mercado laboral y a la calidad de nuestro empleo. El mundo del trabajo está evolucionando rápidamente, con profundos cambios asociados a la digitalización, la naturaleza de la ocupación relación la ocupación , la reestructuración y reorganización del trabajo y las nuevas modalidades de trabajo, incluido el trabajo a distancia. Estos profundos cambios repercuten en nuestra vida laboral y en nuestra relación con el mundo del trabajo y, por tanto, en nuestros niveles generales de felicidad y bienestar subjetivo. El creciente descontento generalizado con el sistema actual pone de manifiesto que los contratos sociales vigentes no responden a nuestras expectativas de justicia social, seguridad y oportunidades. Comprender la desigualdad y la inseguridad (tanto medidas objetivamente como percibidas subjetivamente), sobre todo en el mundo laboral, parece clave para entender las tendencias socioeconómicas actuales.
La satisfacción en el trabajo, la satisfacción en el uso del tiempo y la satisfacción vital están interrelacionadas y son interdependientes. La puntuación media (no ponderada) entre los países de la OCDE que disponen de datos es de 7,5 para la satisfacción laboral, 7,0 para la satisfacción en el uso del tiempo y 7,4 para la satisfacción vital (en una escala de 0 a 10 en la que 0 significa nada satisfecho y 10 totalmente satisfecho). En el 63% de los países de la OCDE sobre los que se dispone de datos, la satisfacción en el trabajo supera por término medio a la satisfacción vital. Es significativo que en ninguno de esos países la satisfacción refleje los niveles de privación (puntuaciones medias inferiores a 5).
En los países de la OCDE, las personas dedican unas 6 horas semanales a relacionarse con amigos y familiares, una fracción ínfima del tiempo que dedican al trabajo (aún más si se tiene en cuenta el trabajo no remunerado). Por término medio, el 12,4% de la población está insatisfecha con su empleo del tiempo, y el 6,4% con su vida en general (medias no ponderadas de los países de la OCDE con datos disponibles).
Marcos e iniciativas de medición
Aunque los sentimientos no pueden expresarse fácilmente en una escala numérica, existen numerosas iniciativas que intentan hacerlo, como el Informe Mundial sobre la Felicidad, la Encuesta Europea de Calidad de Vida, la Encuesta Social Europea y el Índice para una Vida Mejor de la OCDE. Además, muchos marcos de medición del bienestar combinan medidas objetivas y subjetivas, reconociendo así la importancia de los aspectos subjetivos del bienestar. Estos marcos también suelen reconocer la importancia del trabajo para nuestro bienestar, por lo que incluyen medidas objetivas y subjetivas del bienestar en el trabajo y/o del impacto del trabajo en el bienestar. Algunos ejemplos de estos marcos e iniciativas, con énfasis en el mundo laboral, son:
Grupo de expertos de la ONU sobre medición del bienestar
Creado por la 55ª sesión de la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas, este grupo pretende crear un Marco para el Bienestar Inclusivo y Sostenible que satisfaga las necesidades de los usuarios y refleje las limitaciones de los productores. El grupo incluye seis equipos de trabajo temáticos (sobre trabajo, vivienda, bienestar digital, bienestar subjetivo, índices compuestos y comunicaciones) para abordar todas estas cuestiones, con claros solapamientos.
OCDE ¿Cómo es la vida? y Directrices para medir el bienestar subjetivo
El marco y base de datos de la OCDE ¿Cómo va la vida? Wellbeing Framework and Database es un marco global que contiene 11 dimensiones del bienestar actual (incluidas varias relacionadas con el mundo laboral), que abarcan condiciones materiales y factores de calidad de vida, así como medidas objetivas y subjetivas. La OCDE también ha elaborado unas Directrices para la medición del bienestar subjetivo, y recientemente ha realizado un balance de los esfuerzos de recopilación de datos en los países de la OCDE. Se espera que antes de finales de 2025 se publique una versión actualizada y ampliada de las directrices.
Manual de la CEPE para medir la calidad del empleo
Este marco multidimensional de evaluación de la calidad del empleo abarca siete dimensiones que abarcan componentes subjetivos.
Medición del bienestar en el trabajo del Wellbeing Research Center
El Wellbeing Research Centre ha llevado a cabo investigaciones sobre el bienestar subjetivo en el trabajo, que abarca el bienestar evaluativo (satisfacción general en el trabajo y cómo evalúan los trabajadores sus funciones y tareas), el bienestar afectivo (experiencias emocionales en el trabajo, incluidos los sentimientos de estrés, frustración o felicidad durante la jornada laboral) y el bienestar eudaimónico (significado y propósito del trabajo), para evaluar cómo se sienten las personas en el trabajo y sobre su trabajo.
Observaciones finales
Basarse en una única métrica para estudiar el mundo del trabajo o incluso el nivel de desarrollo sostenible puede resultar tentador por su simplicidad, pero sólo puede ofrecer una imagen incompleta. Se necesita una serie de indicadores diversos, complementarios y multidimensionales para tener una visión más completa de la situación y comprender mejor dónde están los mayores déficits. En tiempos de profundos cambios estructurales que sacuden la vida de las personas, es esencial complementar las medidas objetivas o materiales con medidas subjetivas que den cuenta de los sentimientos y percepciones de la gente. Es más, las medidas subjetivas del bienestar, incluido el bienestar en el trabajo, deberían complementar las medidas materiales a la hora de elaborar políticas.
Autor
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Rosina Gammarano
Rosina es Estadística Laboral Senior en la Unidad de Normas y Métodos Estadísticos del Departamento de Estadística de la OIT. Apasionada por abordar la desigualdad y las cuestiones de género y por utilizar los datos para arrojar luz sobre los déficits de trabajo decente, es autora recurrente del Blog de ILOSTAT y del Spotlight on Work Statistics. Tiene experiencia previa en la Unidad de Producción y Análisis de Datos del Departamento de Estadística de la OIT y en el equipo del Coordinador Residente de las Naciones Unidas en México.
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